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Ir a la tienda Libreria LaieMi madre lava la ropa en la linde del jardÃn. Más allá está la acequia y más allá de la acequia, el rÃo, con su cesta de dÃas y de muertes. Pero mi madre lava la ropa en la artesa ya mano, con un cepillo de plástico sin dientes, sujeto a la nervadura de sus dedos. Aún joven lava mi madre las camisa de su marido, los pañales de Carlos y Beatriz, las blusas blancas de Dora, los vestidos que se pone dÃa a dÃa en una pequeña manda de pobreza, traje de la dignidad, amor al fin de cuentas; porque qué es sino una madre fregando a la hora del calor en la linde del agotamiento. Escobilla y escobilla mi madre los ropajes manchados de verde, de negro, de malva; piel que los hijos nos hemos quitado y que todavÃa rÃe su encuentro con la hierba, el escondrijo en el matorral, caparazones movedizos surgidos bajo las piedras: semillas de los hombres que ahora somos, un poco más serios y menos juguetones, pero todavÃa llenos de color.